Claro, resulta que en la Argentina hay alrededor de 40 millones de fanáticos de la redonda, que mueren por ver a sus figuras vistiendo la celeste y blanca, y cantan el himno desde sus casas mientras ven por la televisión un Mundial, de manera más efusiva que cuando estaban formados en las filas del secundario. ¿Cómo va a ser más importante un Juego Olímpico que un Mundial de fútbol? ¿En la camiseta cuántas estrellas tenemos?
En el año 1930 en Uruguay, cuando por primera vez se disputó un Mundial de fútbol, todavía se mantenía el espíritu amateur del deporte. Espíritu que aún hoy, en el año 2008, a pocos días de comenzar la edición número 27 de los Juegos Olímpicos en Beijing, se mantiene vigente.
Continuando la recorrida por este diccionario, mi atención se centralizó en una frase incluida en la definición de deporte: “(…) Al mismo tiempo, algunos deportes han evolucionado para conseguir mayores beneficios o ser más populares, en ocasiones perdiéndose algunas valiosas tradiciones”.
Los tiempos cambiaron. Los valores en el fútbol también. Un torneo no resulta ser más prestigioso por el dinero que desembolsan al obtener el primer puesto. Uno mantiene su prestigio, cuando no pierde la esencia del mismo.
Por Matías Persuh